Hace un año hoy exactamente, mis padres, mi abuelo y yo nos fuimos a Zaragoza a recoger un cachorrito de tres meses de Cocker Spaniel ingles.
Su nombre, Danko. Venía de Murcia, de una familia muy buena y bonita De cornualles!! que nos había inspirado confianza, respeto, amor y admiración.
Los nervios a flor de piel... miedo de ver cómo el pequeñín reaccionaría al conocernos, a tanto cambio.
Cuando Carlos nos lo entregó, vimos esa preciosa carita angelical, tan clarito y tan tierno... noté como mi corazón se abría de nuevo para hacerle el hueco que se merece. Después del dolor por la perdida de Zeru... por fin sentía esa calidez por dentro que sólo un peludo te transmite.
Cogí en brazos a Danko, le tapé con una manta azul, y tras despedirnos de Carlos y darle las gracias, visitamos un poco Zaragoza. Danko se portó estupendamente.
Al llegar a casa, le teníamos preparada una cunita con muchos peluches y juguetes. Alain, mi pareja, fue a visitarlo y también quedó prendido de ese pequeñín. Imposible no hacerlo!!
365 días han pasado. 365 días en los que Danko nos ha llenado de besos y cariño. 365 días de alegría, juegos, saltos, carreras... 365 días de amor incondicional.
Porque este pequeño angelito nos ha sanado el corazón, dándonos tantísimo amor. Cada día es de risas y juegos, de cariño y respeto mutuo.
Quien tiene un peludo (o varios) en su vida y los adora, sabe de lo que hablo. La lealtad y el amor sin límites no es fácil de encontrar entre las personas. Pero ellos nos lo dan sin pedir nada a cambio.
Termino este post dando gracias a Anabel y Carlos por poner en mi vida este tesoro. Sois especiales y se os quiere.
Y gracias a ti, mi pequeño "cingüellos" (si, palabrejas que una se inventa) por dar luz a los días, por tu amor. Te adoro, solo espero darte todo lo que te mereces.